DOCUMENTO Nº 1

Carta al Eminentísimo Señor Cardenal de Sevilla, 
Doctor José María Bueno y Monreal, 
enviada el 15 de abril de 1972, 
y suscripta por 342 peregrinos de El Palmar de Troya.
Al Eminentísimo señor Cardenal José María Bueno Monreal,
Arzobispo de Sevilla.
Eminentísimo señor:
Los abajo firmantes, con todo el respeto y deferente consideración debidos a la elevada jerarquía que lo distingue, reverentemente nos permitimos presentarle la siguiente exposición, con la seguridad de que tendrá, por parte de Su Eminencia, la debida atención que se merece.
Nos ha sorprendido sobremanera la condenación que hace de las apariciones en el Palmar de Troya y las tajantes "desautorizaciones y prohibiciones" que acompañan, por tratarse, dice, de "una situación colectiva de tipo supersticioso, muy ajeno a la verdadera devoción y religiosidad..."
Nosotros, como asiduos y constantes en frecuentar el sagrado lagar del Palmar de Troya, nos vemos directamente aludidos por su condena, que nos considera como personas supersticiosas, faltas de verdadera devoción y religiosidad, "causantes de estragos en la fe".
Con el derecho natural y divino que nos asiste ante Su Eminencia, presentamos la legítima defensa a que nos autoriza nuestro carácter de personas libres y a ser respetadas en vuestras creencias religiosas, máxime como en el caso que nos asiste, como probamos en el presente alegato.
1º Estamos convencidos que Su Señoría Ilustrísima actuó con muy buena fe, pues sus virtudes y demás cualidades que le adornan nos lo aseguran, pero que su decisión fue fruto de malas y perversas informaciones, de personas malquerientes y contrarias a todas las manifestaciones del Cielo.
2º Nunca ha sucedido, ni nunca se ha oído decir que un tribunal dé un fallo o sentencie a alguien, sin antes proceder a una investigación y oír la parte acusada.
Sin embargo, señor Cardenal, en el caso presente, no ha precedido ninguna indagación ni examen de ninguno de los videntes, como hemos podido comprobar interrogándolos a todos. Como era lo natural y lo lógico, una concienzuda e imparcial averiguación, señor Cardenal, hubiese debido preceder a su fallo y ésta no existió, lo que en cualquier acto jurídico acarrearía su completa nulidad.
Se nos podrá, tal vez, alegar que ésta se realizó. Si tal cosa hubiese sucedido, su valor sería nulo y sin efectos jurídicos, por haber sentenciado sin interrogar ni oír la parte que se condena.
En El Palmar, estando presentes a veces más de cien personas, se han visto acontecimiento sorprendentes que el señor Cardenal parece ignorar totalmente, los cuales no tienen explicación natural y que visiblemente llevan todas las probalidades de hechos sobrenaturales y divinos: tales son las comuniones visibles, recibidas repetidas veces por las videntes María Luisa Vila, María Marín y Rosario Arenillas, y de las cuales fotógrafos aficionados, testigos presenciales, pudieron entonces sacar retratos con la visibilidad de la Sagrada Forma. Negarlo sería acto de absurdo y loco escepticismo, parecido a las negaciones de los fariseos, con respecto a las oras y milagros del Salvador, que veían, pero que repudiaban, llegando su cinismo a decir que el Señor actuaba por arte y poder del demonio.
Los fariseos de hoy no le quedan en zaga a sus antecesores, contemporáneos del Divino Salvador, para negar los hechos sobrenaturales que nos ha tocado presenciar y admirar y que son humanamente inexplicables; y seria improcedente e incomprensible, más aún, inadmisible, que un alto prelado de la Iglesia Española, cono sois vos, Excelentísimo señor Cardenal, desechara, sin más ni más, hechos tan concretos, reales y verdaderos, como los de las comuniones visibles que han presenciado numerosísimos testigos; por eso, tenemos la plena seguridad de que Su Señoría los desconocía totalmente. De allí nuestra voluntad de dárselos a conocer y aún, si fuese menester, llevar a su presencia testigos oculares para que oiga y conozca sus declaraciones y se convenza de la verdad de cuanto aquí respetuosamente exponemos.
Dios, en su infinita misericordia, y para altos fines de su Divina Providencia y para el bien de las almas, es, sin lugar a dudas, el Autor de estos extraordinarios fenómenos sobrenaturales, y ¿qué poder humano, civil o religioso, puede desautorizar al Todopoderoso a realizar tales prodigios? Y ningún poder humano sea civil o religioso puede desautorizar a cualquier ciudadano, en uso de su legítima libertad, ir a contemplar tales hechos; que no solamente no son supersticiosos, pero reales y verdaderos y encienden las almas en el verdadero amor a Cristo Eucarístico como lo hemos podido comprobar. También declaramos enfáticamente que ningún poder humano ni religioso puede impedir que se publique la relación de tales manifestaciones.
Consideramos los apartados números 1, 2 y 4 de la referida publicación como improcedentes y atentatorios a la dignidad humana por querer cohibir, sin motivo, ni derecho alguno, su legítima libertad, que todo poder humano civil o religioso tiene el imperioso deber de respetar.
Señor Cardenal: nos permitimos destacar entre los fenómenos sobrenaturales que su publicación desautoriza, y que parece ignorar, los acaecidos con María Luisa Vila, esposa del abogado Don José Murillo, ejemplar madre de familia y paradigma de las virtudes que deben caracterizar a la mujer cristiana y, por lo tanto, acreedora de todo nuestro respeto y credibilidad.
En El Palmar, 8 veces, ha recibido visiblemente la Sagrada Comunión, y otra en su casa, en las fechas que anotamos a continuación: 15 de Agosto de 1971, 15 de Setiembre de 1971, 29 de Setiembre de 1971, 12 de Octubre de 1971, 8 de Diciembre de 1971, 1º de Enero de 1972, 2 de Febrero de 1972, 21 de Febrero de 1972 y 15 de Marzo de 1972.
Cada vez, muchas personas presenciaron la Comunión y vieron la Sagrada Hostia sobre la lengua de la favorecida, excepto la del 21 de Febrero que la recibió en un cuarto de su habitación, siendo testigos su esposo e hijos. Advertimos también que la Sagrada Forma apareció manchada con sangre, lo que muchos pudimos observar, en los días 12 de Octubre, lº de Enero, 2 de Febrero y 15 de Marzo. La que recibió en este último día se veía totalmente bañada en sangre.
Estigmatización de María Luisa Vila. Otros fenómenos sobrenaturales con los cuales el Cielo ha distinguido a María Luisa Vila y que hoy son conocidos de muchos, no solamente en España, sino en otros lugares de Europa y América y que Su Señoría Ilustrísima conocía; y, sin embargo, ahora sin motivo ni razón alguna, desautoriza y condena, los cuales son los estigmas de la Sagrada Pasión del Salvador, que han movido a muchas almas a la penitencia y a alabar y amar a Dios, y esto, señor Cardenal, no es una situación colectiva de tipo supersticioso, sino de verdadera devoción, pues Dios, el autor de tales prodigios, los realiza para que el pueblo fiel se renueve en el sagrado amor a la pasión de Cristo y a la práctica de las virtudes cristianas.
A María Luisa Vila el Martes Santo, 24 de Marzo de 1970, en el Palmar, se le presentó el Señor, y de las llagas de sus divinas manos salieron unos rayos que la hirieron en sus manos y le dejaron los estigmas del Señor, causándole gran dolor, que ofreció al Cielo por la conversión de los pecadores y las necesidades de la Iglesia de Cristo. Por centenares se cuentan los testigos de estas llagas y todos pueden declarar la verdad de este relato.
A María Luisa Vila, en el Palmar, el Miércoles de Ceniza, el 24 de Febrero de 1971, se le presentó un ángel llevando en sus manos la corona de espinas de Nuestro Divino Redentor y se la clavó en la frente, produciéndole grandes dolores, y como prueba irrecusable de tal portentoso acontecimiento aparecieron en su cabeza y frente las señales visibles de esta estigmatización, con la pérdida de sangre que provocaron las heridas de las sagradas espinas.
Señor Cardenal: otro portento sobrenatural acaecido a María Luis Vila en El Palmar fue el siguiente. El 27 de Febrero del presente año, que era segundo Domingo de Cuaresma, a las 5.30 de la tarde, el Señor se apareció a María Luisa Vila en El Palmar. El Señor estaba sobre un árbol que se encuentra allí, a corta distancia, detrás del cuadro de la Sagrada Faz. De la llaga del costado del Señor salió un rayo luminoso que traspasó a María Luisa Vila en el lado izquierdo sobre el corazón, produciéndole una llaga profunda de unos cinco centímetros de ancho, de la cual salió abundancia de sangre.
Muchos testigos y hasta facultativos han visto este milagroso estigma, del cual, según fuente fidedigna, ha salido en total mucho más de un litro de sangre; y los mensajes que el Cielo ha dado a esta vidente son una verdadera preciosidad.
Hemos sido informados que el señor Cardenal ha tenido conocimiento de cuanto ha sucedido a María Luisa Vila y que posee copia todos sus mensajes.
Señor Cardenal: no atinamos entonces a comprender la actitud hostil y condenatoria que ha exteriorizado en la publicación del 18 de Marzo y declaramos solemnemente ante el Cielo y ante usted que "aparecen en los fenómenos acaecidos a María Luisa Vila en El Palmar caracteres seguros de intervención sobrenatural" y que es totalmente falso que "existan motivos para estimar que se está produciendo una situación de tipo supersticioso..." y que causa estragos en la fe.
Muy al contrario, señor Cardenal, El Palmar es el pararrayo de Sevilla y Andalucía. En efecto, los que a menudo vamos allí, para obedecer al Cielo que lo pide, en uso de nuestros legítimos derechos de personas libres, seguiremos dedicándonos solamente a la oración y a la penitencia.
Diariamente, todas las noches, personas de Sevilla, El Palmar, Utrera, Jerez y de otros muchos lugares de España, y aún del exterior, van allá sólo a orar, aguantando frío, lluvia, barro y a veces nubes de mosquitos en el verano, y venciendo otras muchas dificultades, tales las que la publicación ya citada, nos ha querido oponer.
En El Palmar, diariamente se reza con el mayor fervor el Rosario Penitencial de Padrenuestros, el Vía-Crucis y el Rosario corriente, casi siempre los 15 misterios, y se hacen actos de reparación al Sagrado Corazón de Jesús, a la Santa Faz y a nuestra amadísima Madre la Santísima Virgen María.
Señor Cardenal: las conversiones que se han producido en El Palmar son numerosas y firmes, entre ellas, le citaremos la del señor Don Rafael Massé Ramos, el cual nos ha autorizado decirle que durante 42 años estuvo apartado de toda práctica religiosa, viviendo como pagano, pero en El Palmar fue milagrosamente iluminado y su cambio de vida ha sido radical. (Este señor es funcionario en el Servicio de la Administración Militar.) Hoy, a pesar de sus obligaciones y trabajos, oye a diario la Santa Misa recibiendo la Sagrada Comunión y es uno de los asiduos en ir a orar y a hacer penitencia en El Palmar.
Otra persona de plena garantía moral y de perfecto equilibrio mental es la muy distinguida señora Doña María Marín, residenciada en Utrera, y asidua peregrina de El Palmar. Cinco veces ha recibido visiblemente y delante de numerosos testigos la Sagrada Comunión de manos del mismo Señor. Las veces que la recibió en El Palmar delante de la Sagrada Faz, fueron el 15 de Diciembre de 1971, a las 5.30 de la tarde; el Sábado 15 de Enero de 1972, a las 7.30 de la tarde, y el Martes 15 de Febrero del mismo año. El 15 de Marzo del año en curso, a las 6.30 de la tarde, delante de la Sagrada Estatua de la Divina Pastora, estando rodeada de gran público, el Señor la benefició también con una Comunión visible que pudieron observar todos los presentes.
Otro carisma extraordinario con el cual el Ciclo la favoreció fueron los estigmas de la Coronación de Espinas de Nuestro Divino Redentor. El Martes Santo de 1970, en el Lentisco, se le apareció el Señor con la Corona de Espinas; y la puso sobre la cabeza de la favorecida. A la vista de todos los numerosos presentes aparecieron en su cabeza y frente las numerosas señales visibles hechas por las espinas y los chorros de Sangre que provocaron, las cuales mancharon la cara y aún la ropa de María.
Los grandes sufrimientos que le causaron los pinchazos de las espinas, los ofreció, nos dijo la paciente, en reparación de los pecados de la humanidad y salvación de las almas. Las heridas se fueron cicatrizando a la vuelta de un mes.
Señor Cardenal: ¿no es acaso desprecio culpable contra la Divina Providencia, Autor certero de "tales verdaderos fenómenos", por cierto reales y verdaderos y no pretendidos, como reza la publicación del 18 de Marzo, al decir que se desautorizan? ¿Se pretende acaso imponer criterio al Todopoderoso e impedir que ejecute las maravillas que viene obrando en El Palmar y otros lugares para el bien espiritual de las almas, y moverlas a la oración y la penitencia?
Respetuosamente, señor Cardenal, nos permitimos decirle que reflexione seriamente sobre todos los graves acontecimientos que el Cielo manifiesta claramente en el territorio de la Diócesis de Sevilla. Una obstinación en seguir queriendo desacreditarlos e impedirlos podría atraerle la ira del Cielo con sus terribles consecuencias.
Es oportuno recordar aquí lo que pasó a los prelados que quisieron acabar con las apariciones y videntes de La Salette, principalmente con el más obstinado, el último, al cual encontraron muerto, tendido en el piso de su cuarto, desnudo y todo arañado: parecía haber tenido la muerte de un de desesperado.
Cristo se mostrará terrible contra cuantos atacan a su Divina Madre que se aparece en El Palmar, en donde hay pruebas múltiples y ciertas de la autenticidad de los acontecimientos sobrenaturales que allí se han desarrollado.
Señor Cardenal: Permítasenos traer también a relucir el caso de la señora Rosario Arenillas, que vive en Dos Hermanas, Juan Sebastián Elcano, Espolón, Tercero B. Es madre de 7 hijas, totalmente iletrada. A más de no haber recibido ninguna instrucción ni conocimiento religioso alguno, no tenía ninguna práctica religiosa, pero desde que vio a la Santísima Virgen, en Abril de 1968, por primera vez, ha cambiado totalmente, y lleva una vida cristianísima, ejercitándose en la práctica de todas las virtudes, rezando a diario, varias veces, el Santo Rosario, que aprendió al comienzo de las manifestaciones del Cielo con ella.
Al hablarle, sorprende hasta a los sacerdotes más instruidos, su rectitud de juicio y los enfoques espirituales de su alma. Sólo el Espíritu Santo puede ser el único que ilumine de este modo a esa alma humilde y generosa. Al tener noticias de la publicación, en su ingenuidad, dijo: "Será que el señor Cardenal me quiere pervertir y que vuelva al estado anterior a mi conversión. Yo recibí la fe y la religión en El Palmar y si me impiden ir allí a rezar, me hunden y destrozan".
Almas tan humildes y sencillas, señor Cardenal, como bien sabe, son las que agradan a Dios, y el Cielo la ha distinguido con sus carismas particulares. El 8 de Diciembre de 1971, estando en oración en el Lentisco, delante de la Sagrada Faz, y según su propia confesión, vio al Señor y le pidió sufrir por El. Este le dijo: "¿Y serás capaz de sufrir por Mi?" Y ella le contestó: "Si, Señor; quiero". Inmediatamente vio salir de sus manos un rayo luminoso que la hirió el costado izquierdo. Desde entonces, tiene allí una llaga que supura a menudo un líquido acuoso.
Señor Cardenal: Rosario Arenillas recibió en El Palmar varias veces visiblemente la Sagrada Comunión de las propias manos del Señor. Citaremos la que recibió el 18 de Agosto de 1971, a la vista de mucha gente y hasta de un sacerdote: la del 15 de Setiembre de 1971, que presenciaron atónitas unas 70 personas, y la del 25 de Diciembre último delante de un gran número de personas.
Sin duda de cuanto aquí afirmamos de esta humilde señora, sería deseable la llamara y oyera de su propia boca todo lo aquí expuesto, pudiendo ir también, cuando quisiera, varios testigos de lo ocurrido, para declarar en su presencia.
Señor Cardenal, ahora también nos permitimos poner de relieve al señor Clemente Domínguez, de 25 años de edad, sevillano, constante y asiduo peregrino de El Palmar. Seguramente que de todos los videntes es el que más ha sufrido y el que ha tenido que soportar las mayores y duras críticas y ha sido blanco de las más negras calumnias. Los padecimientos morales que ha tenido y tiene que soportar son grandes y tanto éstos como los que provienen de los estigmas de la Sagrada Pasión, los ofrece siempre por los pecadores, Su Santidad el Papa y la Iglesia, sus Ministros y Pastores y el triunfo de la Santísima Viren. La pesada cruz que lleva es señal no equívoca de que su misión viene del Cielo.
1ª Estigmatización. El 13 de Abril de 1970, a las 3 de la madrugada, Clemente estaba durmiendo en el cuarto de la pensión, cuando repentinamente se despierta y se le aparece el Padre Pío, con una cruz en la mano izquierda y un punzón en la derecha. Le pidió las manos y le hirió con el punzón la mano izquierda e inmediatamente la derecha y le dije: "Sufre esto por el Santo Padre; lo tendrás por breve tiempo".
Debido al dolor intensísimo que experimentó, echó un grito agudo que despertó al señor X, maestro de uno de los planteles de Sevilla, que dormía en un lado opuesto de la misma sala. Prendió la luz y vio las llagas ensangrentadas de Clemente. La dueña de la pensión también se levantó, llevaron al herido a la cecina, le limpiaron las manos sangrientas y las lavaron con alcohol. "Ahora sí veo, dijo el maestro, que lo de El Palmar es cosa seria".
Estos estigmas le duraron al paciente más de un mes, ya que se le cicatrizaron el 23 de Mayo del mismo año.
2ª Estigmatización. La segunda estigmatización de Clemente fue el Viernes de Dolores, 2 de Abril de 1971. El nos lo refirió de la siguiente manera:
"Yo estaba durmiendo en mi habitación. A eso de las 6 de la mañana, sentí una dulce voz que al mismo tiempo me dio gran respeto; me decía: '¡Clemente!'. Rápidamente abrí los ojos y reconocí que era Nuestro Señor Jesucristo. Me bendijo y me dijo:
'¿Quieres sufrir por Mí?' Parece como si El mismo me ayudase a decir ¡Sí! Efectivamente, respondí: 'Sí, quiero, pero será con tu ayuda'. Me dijo a continuación: 'Voy a herir tus manos y tu frente. ¿Aún respondes sí?' Respondí: 'Señor, Tú conoces mi respuesta mejor que yo. ¡Sí!'
'Ofrecerás estos sufrimientos por el triunfo de mi Santísima Madre, por el Santo Padre Pablo VI, por la Iglesia, por tus pecados, por la conversión de todos los pecadores y la paz de España. La herida de la frente será la Santa Cruz de los últimos tiempos'.
'¡Pobre de ti si escandalizares teniendo estos signos visibles! No te digo el tiempo que los tendrás, para que a cada momento renueves los sufrimientos. No creas que eres mejor quo otros, pues a cada uno voy signando: a unos visibles y a otros invisibles. ¡Recuerda: no escandalices, pues si pecares gravemente, con estos signos, no conseguirás traerme almas, sino alejarlas y apartar la tuya del buen camino! Esta Cruz te apartará de muchas ocasiones de pecar; mas, debes ser consciente de ella; además, convertirá a otros. Todavía se puede decir que no has empezado a sufrir.'"
Estos estigmas duraron hasta el 19 de Abril.
3ª Estigmatización. La tercera y última estigmatización de Clemente, que sobrepasa a las anteriores por la agudeza e intensidad de la pena y manifestaciones externas que provocara, y que aún persiste, es la acaecida el 3 de Marzo del presente año, primer Viernes del mes, a las 9 y 55 de la noche, ante la estatua de la Divina Pastora, que habíamos colocado por expresa orden del Señor, el 1º del mismo mes.
Mientras estábamos de rodillas, orando delante de la Imagen de la Divina Pastora, Clemente veía al Señor y aparecieron dos ángeles con una Sagrada Forma, que entregaron al Señor, y que Este mostró al vidente. Clemente vio cómo de la Sagrada Hostia salía un punto luminoso que avanzaba hacia él, al mismo tiempo que se abría en varios rayos de distintos colores hasta llegar a su cuerpo, que quedó inundado de luz. En este momento, el vidente dio un grito y cayó hacia atrás, desplomado, retorciéndose de dolor.
El vidente estaba rodeado de unas veinte personas las cuales vieron cómo intentaba desabrocharse el abrigo, la corbata, al mismo tiempo que exclamaba: "¡Me ahogo, me ahogo!" Le desabrocharon el abrigo y ya estaba inundado de sangre. Tenía asimismo empapadas de sangre la chaqueta, el chaleco, la camisa, la camiseta, el pantalón y demás ropa interior.
Tuvieron que romper parte de la ropa hasta descubrir el pecho y todos con grande extrañeza contemplaron en el costado derecho una llaga abierta de 5 centímetros de ancho, de la cual brotaba abundancia de sangre.
El espectáculo era estremecedor; los testigos se conmovieron todos a la vista de tan repentino como emocionante cuadro: el cuerpo de Clemente estaba totalmente empapado de sangre y el suelo era un verdadero charco de sangre que cubrieron con tierra. Algunos de los presentes ofrecieron ropas con las cuales le cubrieron el cuerpo, pero al poco quedaron también empapadas en sangre, teniendo que cambiarlas por ropas nuevas, ofrecidas también por los presentes, conmovidos todos por sentimientos de la más profunda emoción.
Más tarde, en casa, hubo necesidad de cambiarle nuevamente de ropas por hallarse las que tenía empapadas de sangre. Por la noche y al siguiente día, dos toallas de gasas, la ropa interior y las sábanas estaban también impregnadas de sangre.
Un cálculo aproximado permite decir que el paciente perdió en total unos tres litros de sangre; y es naturalmente inexplicable que haya podido sobrevivir a tal extraordinaria pérdida. Varios pensaron llamar a un médico y proceder a hacerle una transfusión sanguínea; pero Clemente se opuso rotundamente y la Virgen Santísima manifestó a un vidente que la intervención de la cirugía era ineficaz en las manifestaciones de carácter celestial, como eran las de Clemente.
En el propio lugar del acontecimiento, levantaron un acta de lo que acababa de suceder, que firmaron unos diez y seis testigos oculares, la cual está a la vista de cuantos quisieran conocerla. Entre los firmantes citaremos: Antonio Romero, José Navarro Caro, Antonio Anillos y su madre, Pedro Gómez, Miguel Alvarez García, Francisco Muriel, del Palmar; María del Carmen Pérez Viso y su hermana, de Los Rosales; Licinia García Barbero, de Zaragoza; y Manuel Alonso Corral, abogado, de Sevilla.
Señor Cardenal: no creemos que Su Señoría se muestre perplejo ni indiferente ante tan portentosa manifestación sobrenatural. Clemente, a pesar de un nuevo y copioso derrame acaecido últimamente, en una nueva visión celestial que tuvo en la iglesia de San José, de esta ciudad y de habérsele ensanchado la llaga dos centímetros más, sin tomar remedio ni reconstituyente alguno, goza de buena salud y a pesar del estigma del costado, que aún persiste, se ha restablecido y sigue en su vida de oración y penitencia, en unión con Cristo Crucificado, para la conversión de los pecadores, el Santo Padre Pablo VI y demás necesidades de la Iglesia y el triunfo de la Virgen Santísima.
Además de todo lo antes expuesto, nos permitimos hacer resaltar la gran labor de apostolado llevada a cabo por el señor Clemente Domínguez Gómez, en el Sagrado Lugar del Palmar de Troya.
Gracias a su constancia y tesón siempre con la ayuda del Cielo, no falta a diario, en el Palmar, la oración y la penitencia. Destacamos su esfuerzo en introducir y propagar por todas partes el Santo Rosario de Padrenuestros, eminentemente penitencial y que tantas almas está convirtiendo, así como el Santo Rosario Tradicional y el ejercicio del Vía crucis, que suele siempre practicarse en aquel sagrado sitio.
Clemente Domínguez, es muy querido por la mayoría de los creyentes que asisten en aquel Lugar y aun de muchos procedentes de otras regiones de España y del extranjero, lo cual se debe a que aprecian y reconocen su espíritu de sacrificio, oración y entrega, al mismo tiempo que su fidelidad a las manifestaciones del Cielo. Clemente Domínguez cree que es un deber de conciencia, al cual no puede traicionar, el ser fiel y obediente a los Mensajes que tanto él como otros reciben del Cielo.
Esto no merma, en absoluto, el gran amor que este penitente tiene hacia la Jerarquía, y por supuesto, hacia su Eminencia Reverendísima, a la que más de una vez ha tenido que defender con energía. Todos cuantos tratamos a Clemente reconocemos la verdad de lo aquí expuesto. La verdadera prueba de ello es que, según se nos afirma, todos sus Mensajes son enviados a la Jerarquía de la Iglesia para su conocimiento y estudio, lo que acarrea a él grandes sufrimientos y aumenta el peso de su cruz. Más cómodo sería guardarlos y evadir su responsabilidad; pero ello traicionaría su conciencia.
Clemente Domínguez es una víctima por su fidelidad al Cielo. Por tanto, eminentísimo señor Cardenal, no dude de la integridad y buena fe de este vidente, y rechace todo informe calumnioso e injusto que pueda llegar a sus manos.
Esperamos, señor Cardenal, que por el informe que hoy le presentamos, se convencerá que a los que somos asiduos peregrinos del Palmar, no nos mueven sino motivos sobrenaturales de oración y penitencia y que ni remotamente aparecen en nosotros señales de tipo supersticioso, como los llamados progresistas o faltos de fe le habrán dicho, y es de sentir no se haya Su Señoría informado seriamente con personas imparciales, ni haya oído el criterio de los muchos que asiduamente vamos al Palmar.
Para no alargar, manifestaremos que los milagros positivos que allí han acontecido son muchos; igual las conversiones de pecadores.
También le señalamos que un profesor de psicología de la Sorbona, de París, la más alta escuela científica del mundo, con todo un equipo de su escuela y aparatos técnicos, el año pasado hizo un estudio psico-analítico de los videntes, con resultados favorables; y fue testigo de un acontecimiento extraordinario e inesperado que le dejó conmovido tanto a él como a su equipo.
Se prepara una obra documental que posiblemente salga a la luz en varios idiomas (español, francés, inglés y alemán) al final del presente año y sería lastimoso y desprestigioso para la Iglesia, que un Pastor apareciera en ella de un modo inadecuado y muy censurable.
Señor Cardenal: estamos seguros que la responsabilidad que le incumbe y la justicia que nos asiste, lo moverán a una satisfactoria solución del asunto del Palmar de Troya.
Somos de su Eminencia Reverendísima sus atentos y seguros servidores que besan su sagrada púrpura.

Esta carta está suscripta por el doctor Manuel Alonso Corral, a quien acompañan 341 firmas.


Orden de los Carmelitas de la Santa Faz en compañía de Jesús, María y José